Audiolibro Aguafuertes porteñas | Roberto Arlt

¿Es lo mismo ser un fiacún que echarse a muerte? Con su fiel estilo, Arlt nos ofrece algunos elementos para conocer las característica del lunfardo argentino.

Arlt entra de lleno en el lunfardo argentino y explica el origen de la palabra furbo.

Una historia ¿de amor? entre un bizco y su novia, una moza rubia y muy llamativa a la vista de los demás.

Un paseo por la Isla Maciel despierta el interés de Arlt en unas grúas viejas y abandonadas que descansan del otro lado del río.

En las obras en construcción, el mayor peligro no son los ladrones profesionales, sino esos otros ladrones que son, definitivamente, los propietarios.

Arlt cuenta una anécdota de cuando paseaba por el Parque Rivadavia, de la ciudad de Buenos Aires. De noche, con su soledad, sorprendido por la presencia de muchas parejas charlando en los bancos, desafiando a la lluvia.

Un hombre y una mujer hacen contacto visual, ella se sube al colectivo pero él no tiene ni diez centavos para seguirla. ¿Se habrá perdido el inicio de una historia?

La vida de un hombre solo, sus modos, sus pensamientos sobre las mujeres y ese encuentro con la propia soledad.

Arlt nos ofrece un breve relato sobre las formas de celos que distinguen a hombres y mujeres de principios de siglo XX.

Ese señor, sentado en el umbral, esposo de la mujer trabajadora, es un personaje típico de las callecitas porteñas. Siempre es hombre, siempre tiene la misma camiseta, la camiseta calada.

La rareza de su apellido lleva a que a Roberto Arlt se le presenten distintas situaciones con lectores y gente que, supuestamente, lo conoce.

Flores, ese barrio de Buenos Aires que ha cambiado tanto a comienzos del siglo XX, descripto excepcionalmente por Roberto Arlt.

¿Qué sucede cuando caminamos por Buenos Aires y nos encontramos con que, en muy poca distancia, hay dos negocios en los que se trabaja con un oficio que no conocíamos? 

En el primer relato de sus Aguafuertes porteñas, Arlt se pregunta: ¿Por qué nacerán chicos que desde los cinco años demuestran una pavorosa seriedad de ancianos?