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789 - El misterio de Dios en la sencillez
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  • 789 - El misterio de Dios en la sencillez









    03/12/2024 – El Evangelio nos invita a hacernos a lo sencillo, a lo cotidiano poniendo allí nuestra atención, nuestro corazón, esperando en Dios la gracia de una presencia nueva que te renueve y te permita estar de una manera nueva en el mundo, abierto/a a la espera de un Dios que viene y está cercano.







    “En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: «¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!»”. Lc 10,21-24



    Para esperar la llegada de Jesús en este tiempo en medio de dificultades, necesitamos levantar la mirada y abrirnos a las expectativas de lo hermoso que se nos aproxima y que no terminamos de animarnos a terminar de creer. En este tiempo de Adviento queremos abrirnos a la verdadera felicidad, la que nos trae el niño envuelto en pañales.



    Nos conectamos con la expresión gozosa de Jesús, su alegre experiencia que se hace alabanza al ver al Padre Dios haciendo presente el misterio entre los pequeños y sencillos: “”Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños”.



    Queremos sintonizar con esa dimensión interior de gozo y alegría con la que Jesús alaba y bendice al Padre por esta posibilidad de ver que la revelación se manifiesta entre los pequeños. Y esta experiencia nos lleva a reflexionar sobre el inmenso valor de las cosas de todos los días. Para poder entrar en esta dimensión de gozo y alegría que nos saca de la rutina y el aburrimiento, con Jesús nos detenemos en el inmenso valor de las cosas de todos los días.



    Una clave para no aburrirse es no quitarle valor a nada, no restarle importancia a las cosas por más insignificantes que nos parezcan, no desperdiciar ninguna tarea ni actividad, todo tiene su valor y peso. Quizás sea necesario quitarle valor a nuestra estructura mental que nos dice que “sólo algunas cosas valen la pena para jugarnos la vida y no todo”. Hay miles de cosas que valen la pena, ¿cómo reconocerlas y vivirlas cuando no podemos disfrutar nada?. No se logra haciendo fuerza, tampoco se logra imponiéndose una obligación. La posibilidad de gozar, sintonizando con la experiencia de Jesús, se logra cuando uno aprende a relajarse. Es dedicar tiempo y atención cariñosa a eso que la vida nos ofrece para adelante y saber disfrutar interiormente ese momento. Si uno está tenso, inquieto, preocupado, el cuerpo mismo se llena de resistencia y entonces el nerviosismo nos crispa la musculación, la mirada, el gesto y ponemos la cabeza en otro lugar lo que nos imposibilita darle importancia a quien tenemos al frente. Necesitamos de esta capacidad de poder estar donde estamos gozosos y alegres. Es una capacidad interior que necesitamos aprender a desarrollar, y eso es relajarse, no desentenderse ni huir. Relajarse es saber estar bien en el momento en que estamos en lo más fragoroso de nuestra tarea o servicio.



    Hacer foco y entregarse a una cosa por vez



    La sensación interior de inquietud a veces no nos permite valorar nada. Estamos inquietos y alborotados interiormente que en términos de discernimiento le llamaríamos estar con “inquietudes varias”,
    Tue, 03 Dec 2024 - 5min
  • 788 - Adviento: tiempo de espera









    02/12/2024 – Comenzamos el tiempo litúrgico del Adviento. Compartimos junto al padre Javier la catequesis del día en torno al evengalio del día:



    “Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión, rogándole» «Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente». Jesús le dijo: «Yo mismo iré a curarlo». Pero el centurión respondió: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: «Ve», él va, y a otro: «Ven», él viene; y cuando digo a mi sirviente: «Tienes que hacer esto», él lo hace». Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos”Mt 8,5-11



    Tiempo de espera



    Comenzamos el tiempo de adviento, que supone una alegre espera porque el que viene, Jesús, ya está llegando. Adviento quiere decir llegada, esperamos la venida del Señor. Viene a nosotros en el nacimiento de Jesús, memoria creyente del acontecimiento salvífico del Señor, que se actualiza. Y también va llegando mientras crece la expectativa de la segunda venida del Señor. La primera en el seno de María, la segunda entre nubes tras situaciones de mucho sacudón cosmológico. Por eso es necesario levantar la mirada.



    El adviento debería ser un tiempo de silencio. Posiblemente no sea tan sencillo ni sea tan connatural a nuestro tiempo de fin de año, repleto de actividad y de cansancio acumulado. Sin embargo el adviento viene con gracia de silencio y nos hace, de alguna manera, vivir el final del año con una actitud de renovación interior que cambia y da un horizonte nuevo a lo que es nuestro ajetreo del año. Viene con gracia de silencio y por lo tanto es una invitación a la interioridad, a recuperar un espacio de reflexión, a tener un tiempo para meditar. Decía San Anselmo:



    ¡Huye un poco de tus ocupaciones! Entra un instante en ti mismo, apartándote del tumulto de tus pensamientos. Arroja lejos de ti las preocupaciones que te agobian y aparta de ti las inquietudes que te oprimen. Búscate tiempo para Dios y descansa. Habla con Dios y dile con todas tus fuerzas: “Quiero, oh Señor, buscar tu rostro” (salmo 27,8). Señor mío y Dios mío, enseña a mi corazón dónde y cómo tengo que buscarte, dónde y cómo puedo encontrarte” Es un tiempo para desde el corazón abrirnos a la búsqueda y a la expectación del Señor. Sería un buen ejercicio durante el tiempo del Adviento, que nos sentemos un rato intencionadamente, sin hacer nada, y preguntarnos qué es lo que propiamente espero, qué es lo que podría llenar mi vida, qué me falta. Sería bueno si también alguna noche podemos levantarnos en la noche a propósito para velar, para como el salmista poder rezar:” mi alma espera en el Señor más que el centinela la mañana”. Que la interioridad abierta en búsqueda sincera de encuentro con el Señor, aliente la conciencia de que el Señor, en verdad, está viniendo.



    El hermoso diálogo del capítulo 25 entre el Zorro y el Principito: La relación de amistad, dice el zorro, es domesticarse. Es aprender uno de otro en la relación de amistad. Y eso se da, cuando nuestra cita es a la misma hora: si vienes a las 4 de la tarde, yo desde las 3 empezaré a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón.”.Esto nos ayuda a disponer el corazón en el tiempo del adviento. ¿Cómo trabajar la espera del Señor?
    Mon, 02 Dec 2024 - 23min
  • 787 - La fortaleza de la fe en tiempos de prueba









    27/11/2024 – Compartimos la catequesis del día junto al padre Alejandro Nicola:







    Jesús dijo a sus discípulos:«Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre,y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa,porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán.Serán odiados por todos a causa de mi Nombre.Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.» San Lucas 21,12-19.











    En los albores del cristianismo, los seguidores de Jesús enfrentaron una prueba de fe inimaginable: la persecución. Desde los días de Nerón hasta las últimas grandes persecuciones del Imperio Romano, los cristianos fueron perseguidos, torturados y martirizados por sus creencias. Sin embargo, lejos de extinguirse, la Iglesia creció y se fortaleció. ¿Cómo fue posible?



    La clave reside en la fe inquebrantable de aquellos primeros cristianos. A pesar de las adversidades, ellos se aferraron a la esperanza en Cristo y al poder del Espíritu Santo. Su ejemplo nos enseña que la fe no es solo una creencia intelectual, sino una fuerza transformadora que nos capacita para superar cualquier obstáculo.



    ¿Qué podemos aprender de los mártires?



    La importancia de la comunidad: Los primeros cristianos se apoyaban mutuamente, compartiendo sus bienes y fortaleciéndose en la fe.



    El poder de la oración: La oración era su arma más poderosa, a través de ella se comunicaban con Dios y recibían consuelo y fortaleza.



    La esperanza en la vida eterna: La promesa de la vida eterna los motivaba a perseverar en medio del sufrimiento.



    El amor al prójimo: A pesar de ser perseguidos, los cristianos demostraron un amor incondicional hacia sus enemigos, siguiendo el ejemplo de Jesús.



    Hoy en día, aunque no enfrentamos la misma persecución física, seguimos luchando contra las fuerzas del mal que buscan minar nuestra fe. Las tentaciones, las dudas y las dificultades de la vida cotidiana pueden hacernos sentir débiles y desanimados. Sin embargo, al mirar hacia atrás a los mártires, encontramos una fuente de inspiración y fortaleza.



    ¿Cómo podemos aplicar estas enseñanzas a nuestra vida?



    Fortaleciendo nuestra relación con Dios: A través de la oración, la meditación y la lectura de la Biblia.Conectándonos con nuestra comunidad: Participando en actividades de nuestra iglesia y buscando apoyo en otros creyentes.



    Cultivando la esperanza: Recordando siempre que Dios está con nosotros y que la victoria final es suya.Testimoniando nuestra fe: Compartiendo el Evangelio con los demás y siendo un ejemplo de amor y compasión.



    Al igual que los primeros cristianos, nosotros también estamos llamados a ser testigos de Cristo en un mundo que a menudo rechaza sus enseñanzas. Al seguir su ejemplo, podemos superar cualquier desafío y experimentar la verdadera alegría de la fe.






    Wed, 27 Nov 2024 - 52min
  • 786 - María, testimonio de gozo y confianza en Dios









    21/11/2024 – Con su cántico, María nos invita a celebrar la grandeza de Dios en la vida cotidiana. En un mundo lleno de ruido y sombras, su ejemplo nos guía a encontrar alegría en la misericordia y el amor divino.







    María dijo: “Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra de gozo en Dios mi salvador porque miró la humildad de su servidora. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el poderoso ha hecho obras grandes por mi. Su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel su siervo acordándose de su misericordia como lo había prometido a nuestros padres a favor de Abraham para siempre”. Lucas 1, 46 – 55



    Con ella, con María, queremos cantar la grandeza de Dios, celebrar su misericordia. Es que es la misericordia de Dios donde encontramos las razones para celebrar, para cantar, para gozar. La vida que nos golpea a veces duro con el encuentro con nuestras propias contradicciones, con el apartamiento que la fuerza del egoísmo, la soberbia, la dureza del corazón nos aparta de aquel que viene a darle verdadero sentido a la vida.



    La vencemos a toda ésta resistencia con la Gracia de Dios que ablanda el corazón y lo remoja en la misericordia y lo pone en sintonía con todo lo que verdaderamente merece ser celebrado, merece ser festejado.



    Es verdad que cuando uno sintoniza los medios de comunicación que nos acercan entre comillas la realidad, nos encontramos con una serie de noticias que venden mucho desde el morbo, que muestran el costado más oscuro.



    Si nos desayunamos con algún modo de presentar la noticia en la radio, en la televisión, en el diario y entramos por el color amarillo que los medios nos venden de lo que acontece es un modo de tener atrapado el corazón en y desde lugares más bajos.



    Posiblemente nos estamos poniendo lentes que nos hagan ver la realidad bajo un espectro, bajo una dimensión que no termine por alentarnos ni por hacernos celebrar y festejar, por hacernos gozar y cantar. Cuando nos ponemos los lentes oscuros que entre comillas la realidad mediática nos ofrece en la presentación de lo que ocurre difícilmente podamos, encontrarle ese otro costado festivo que tiene la vida en el encuentro simple, sencillo, no apurado, compartido con amigos, con hermanos de comunidad, con compañeros de trabajo, donde uno rápidamente con poco se da cuenta que es posible sonreír, es posible aflojar por dentro y desde ese lugar descansar en el gozo es para lo que estuvimos hecho, es para lo que estuvimos creados.



    El gozo debería ser el estado habitual en el que un cristiano vive y por eso elegimos para la catequesis de hoy el canto de María: mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra, se goza en Dios mi salvador.










    Thu, 21 Nov 2024 - 19min
  • 785 - El Reino de Dios: un llamado a la acción y la valentía










    20/11/2024 – Jesús nos invita a abandonar el temor y la indecisión para construir un mundo nuevo. El Reino no es para quienes especulan o se resguardan, sino para quienes se arriesgan y actúan con determinación.



    Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.El les dijo: “Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida.Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: ‘Háganlas producir hasta que yo vuelva’.Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: ‘No queremos que este sea nuestro rey’.Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.El primero se presentó y le dijo: ‘Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más’.’Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades’.Llegó el segundo y le dijo: ‘Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más’.A él también le dijo: ‘Tú estarás al frente de cinco ciudades’.Llegó el otro y le dijo: ‘Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo.Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado’.El le respondió: ‘Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré, ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses’.Y dijo a los que estaban allí: ‘Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más’.’¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!’.Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene.En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia”.Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén. San Lucas 19,11-28




    El contexto del relato lo marca el evangelista Lucas la gente seguía allí escuchando al Señor después de que había hablado y tenían expectativas de que pronto llegara el reino de Dios. De ahí es que Jesús plantea esta parábola. Un Rey que se va lejos para después volver. Esto marca un tiempo de espera en la manifestación del reino. Mientras aparecen las autoridades de la época, estos que no quieren que el rey sea entronizado.



    El texto nos habla del Rey que encarga a diez servidores sus bienes. Nos deja toda una enseñanza en torno a que mientras vamos caminando a la plenitud del reino no es tiempo para especular ni para el miedo, no es tiempo para guardarse sino para jugarse. Cuando hablamos de reino hablamos de un mundo nuevo desde un hombre nuevo que supone actitudes jugadas, decididas y determinadas. No hay tiempo para medias tintas. El mecanismo de defensa de este tercer propietario a quien le han confiado la moneda de plata especula con temor. El mundo de hoy con la crisis que vivimos tiene mucho que ver con la especulación y la racionalidad que ha hecho que desaparezca de algún modo la esperanza de un mundo mejor.



    En el mundo gobierna la ultra racionalidad calculadora. En el mundo del reino de Dios son los que se la juegan por el reino los que ganan. Para la construcción de un mundo nuevo no hay lugar para las medias tintas, para vivir sin riesgo ni para la indecisión.



    No es para los que arrugan lo que se presenta como desafío...
    Wed, 20 Nov 2024 - 17min
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